Cada vez son más los usuarios que se decantan por la tecnología LED para sus instalaciones de iluminación, tanto a nivel domestico, como en emplazamientos en los que se realiza algún tipo de actividad profesional o en alumbrado exterior.
Las ventajas que presenta esta tecnología frente a los sistemas de alumbrado tradicionales son conocidas ya por una buena parte de la población, además de ser difundidas desde un sinfín de medios. Pero se podría decir que dos son las propiedades que resultan más atractivas al consumidor: la elevada vida útil que ofrecen y la eficiencia a la hora de trasformar los vatios en lúmenes, es decir, trasformar la energía eléctrica en luz.
Como es natural, este mercado en auge ha provocado la proliferación de fabricantes que ofrecen este tipo de materiales, adaptados a un gran número de usos distintos, pero por desgracia para el usuario, alguno de estos de dudosa calidad, por lo que conviene conocer una serie de característica clave, para hacer que este paso que estamos dando a favor del LED, sea todo lo satisfactorio que esperamos.
Una lámpara LED está formada por una serie de elementos, los cuales en conjunto determinarán la calidad final del producto.
En primer lugar tenemos el chip, el responsable de la generación de la luz, en esencia se trata de un elemento formado por varios materiales semiconductores superpuestos, que serán distintos en función de las distintas propiedades de la luz emitida que se desee. Este elemento al ser atravesado por una corriente eléctrica emite luz. Una lámpara led incorpora un número determinado de estos chips. Lógicamente la calidad de estos elementos influirá en la vida útil y en los niveles lumínicos generados.
Uno de los elementos necesarios para el funcionamiento de los chips, es un dispositivo electrónico denominado driver, este se encarga de trasformar la corriente alterna que entra en nuestros hogares a corriente continua, que es la que alimenta a los chips LED así como de bajar la tensión, para adaptarla a la tensión de funcionamiento del LED. Un buen driver por tanto, resulta de vital importancia tanto para para la correcta eficacia del LED, como en su vida útil.
Para el funcionamiento de la lámpara LED es imprescindible además la placa base, conocida también por sus siglas (PCB), en la que se asientan las conexiones eléctricas de los chips y los driver, se trata de un elemento común al resto de aparatos eléctricos y que influye en el consumo final de la lámpara, es decir, en la eficiencia y en la disipación de calor, que como se verá posteriormente tiene una influencia muy notable en la vida útil de la lámpara.
Otro de las características que a todos nos llaman la atención cuando vemos un dispositivo LED es la presencia de los disipadores de calor, estos elementos, tendrán también un especial protagonismo en la duración de un LED y en la eficiencia del mismo. El calor en un LED se produce en un punto muy concreto, llamado punto de unión, este calor generado, influirá negativamente sobre la vida útil y sobre los niveles de eficiencia, por lo que resulta fundamental lo que los fabricantes denominan, gestión térmica o gestión de la temperatura, es decir la capacidad de extraer ese calor hacia el exterior para así salvaguardar al chip.
Como se ha visto, varios son los elementos que componen una lámpara LED, y todos ellos influirán tanto en su eficiencia como en su vida útil, por lo que cada uno de estos deberán ofrecer unas ciertas garantías y cumplir unos mínimos de calidad.
Por tanto, como consumidores, debemos decantarnos por fabricantes de prestigio y equipos a precios razonables, ya que serán los que realmente nos den lo que buscamos al colocar LED; escapando de fabricantes de dudosa reputación y que nos ofrezcan “gangas”, ya que la mayoría de estos equipos distan mucho de lo que realmente buscamos y posiblemente sean mayores los problemas que las ventajas que nos aportarán.